ROCIO NOGALES
Pese a las más de 6.100 vidas que el coronavirus ha arrebatado en residencias de mayores de la Comunidad de Madrid, siendo ésta la comunidad que más muertes en geriátricos ha acumulado, las listas de espera para concesión de plaza pública en centros residenciales a personas dependientes, centros de día, atención domiciliaria y ayudas económicas para cuidadores de personas en situación de dependencia, son listas de espera inacabables, listas que no han avanzado aún con el gran número de plazas que han quedado libres debido a los muchos fallecimientos que lamentablemente ha dejado esta pandemia.
Los datos actualizados de la Comunidad de Madrid indican que 10.793 personas se encuentran en lista de espera para atención domiciliaria, 2.184 personas para centro de día y 1763 para atención residencial.
Personas dependientes, personas con patologías que requieren cuidados específicos, personas con necesidad de cuidados paliativos etc…, que ven cómo irremediablemente, sus ahorros de toda la vida, se esfuman en unos pocos meses, llevando incluso al endeudamiento de familiares cercanos.
La estancia media con plaza privada, supone el desembolso de unos 1.800 euros al mes. Debido a la tardanza en la adjudicación de plaza pública, se presenta el problema de que una persona deba volver a su domicilio, en el que no puede recibir ni los cuidados ni la atención necesaria para su dependencia, sumando también la nula adaptabilidad domiciliaria (baños adaptados, grúas de traslado, camas articuladas…)
Las interminables listas de espera para personas dependientes, sólo saca a relucir la punta del iceberg de las muchas carencias y nefasta gestión de la Comunidad de Madrid en prácticamente todas sus competencias, siendo el sistema sanitario público el más abandonado, en el que menos se invierte, pero en el que más tajada se saca con la privatización de servicios.
La falta de centros y hospitales públicos especializados en cuidados paliativos, resulta ser otra de las grandes carencias que sufrimos en nuestra Comunidad. Un gran número de pacientes en estado terminal, con necesidad de cuidados 24 horas al día con atención de enfermería y médica continua, se ven obligados a regresar a sus domicilios tras recibir el alta en hospitales convencionales.
No siempre se dispone del tiempo suficiente que requieren las eternas listas de espera. En ese instante, es cuando se pierde el derecho fundamental de cualquier ser humano, que es una correcta atención, recibir cuidados oportunos y sobretodo, la dignidad.