ALBERTO MARTÍN
Mao dijo una vez “las mujeres sostienen la mitad del cielo, porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo”, hoy en día pese a los numerosos avances sociales y la lucha por su emancipación, las mujeres siguen siendo víctimas de la esclavitud sexual.
La prostitución es una lacra social que sigue presente en la actualidad y no parece que vaya a desaparecer, es uno de los negocios más lucrativos del mundo junto con la venta de drogas. Según la ONU, la prostitución mueve alrededor de 108.000 millones de dólares anuales. España es el país que más demanda prostitución de Europa y el tercero a nivel internacional.
El 39% de los hombres españoles ha pagado alguna vez por mantener relaciones sexuales. Son datos muy alarmantes y que no debemos pasar por alto. No debemos ignorar tampoco el aumento del consumo de prostitución por parte de los jóvenes, la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida llevan ya tiempo denunciando esta situación que cada día va a más.
Sería un hipócrita si yo, como autor de estas líneas, negase mi responsabilidad en este tema, he tenido amigos y compañeros de universidad que han mantenido relaciones sexuales con prostitutas y hasta he llegado al punto de reírles las gracias, yo mismo he tenido la tentación de querer acudir a esa clase de “servicios”, aunque finalmente no lo hiciera, dicho lo cual no podemos combatir la prostitución sino entendemos que somos parte del problema.
La prostitución entre los más jóvenes no se podría entender sin el acceso a la pornografía desde edades tan tempranas. Casi siete de cada diez adolescentes consumen pornografía, es decir el 68,2%, de forma frecuente y acceden por primera vez a los 12 años, según el informe “(Des)información sexual: pornografía y adolescencia” elaborado por Save the Children.
El estudio revela que el 54,1% de los adolescentes piensa que la pornografía le puede servir de ayuda para sus experiencias sexuales y el 54,9% lo quiere poner en práctica.
El 47,4% de los adolescentes ya han llevado a cabo algunas escenas de la pornografía, el 12,2% de los chicos lo ha hecho sin contar con el consentimiento explícito de la pareja. Estos datos muestran la falta de una verdadera educación sexual, que al no tenerla acuden a esta clase de contenidos, de hecho, el mismo informe señala que el 30% de los adolescentes ven en la pornografía el único medio para aprender sobre su sexualidad y casi la mitad echa en falta más información.
Es necesario hacer hincapié en que necesitamos contar con una asignatura de educación sexual en los estudios académicos, para que así los más jóvenes no tengan que recurrir a la pornografía en edades tan tempranas, donde no son capaces de diferenciar la realidad de la ficción.
Sobre el tema ¿abolición o regularización? mi postura es apostar por la abolición, durante mucho tiempo pensé que la regularización era la mejor opción, ya que consideraba que las mujeres, de esta manera, iban a tener una serie de derechos garantizados, así como de coberturas sociales, e iba a permitir al estado obtener cuantiosos ingresos y, por tanto, pondría fin al repugnante negocio de las mafias que trafican con la trata de personas. Actualmente, mi manera de pensar ha cambiado, antes veía que era posible que hubiera realmente una prostitución digna, donde las mujeres pudieran elegir, pero eso no es posible, aunque no se trate de mujeres víctimas de trata, que son la mayoría, también son mujeres obligadas, por las circunstancias, a tener que comercializar con su cuerpo, ya que a pesar de no estar amenazadas por mafias, su situación económica no le da otra alternativa a la que poder acudir, y es que la clase social está presente, una vez más, en este asunto también.
La pobreza alimenta la prostitución y en tiempos de crisis la demanda se ve incrementada, los puteros saben aprovecharse bien de ello. Hoy por hoy, escucho al gobierno hablar de abolir la prostitución, espero que no se quede sólo en buenas palabras y se demuestre también con hechos.
Para finalizar, considero que debemos hacer todos y todas un ejercicio de autocrítica y concienciarnos de este problema del que no debemos mirar para otro lado, como si no existiera, mientras siga habiendo prostitución no podremos hablar en términos de igualdad, la prostitución es, por desgracia, la esclavitud del siglo XXI que debemos erradicar si queremos una sociedad realmente libre.